Cada vez más gente sufre el efecto Dory a una edad más temprana. Olvidos tontos que van produciéndose con mayor frecuencia: un día son las llaves, otro el móvil, otro algo que teníamos que hacer. Y de repente nos vemos viviendo con miles de alarmas o rodeados de post-its que nos recuerdan lo que no conseguimos retener en la memoria.
Como os contábamos el otro día, la tecnología puede ser la culpable de este problema, pero también puede ser algo genético, deberse al estrés, la falta de sueño, la hipertensión o al consumo de ciertos medicamentos que adormecen el cerebro produciendo la pérdida de memoria.
